A la hora de monitorizar las infraestructuras para comprobar que todo funciona de modo correcto y que la experiencia que se ofrece a los usuarios es positiva, hay una gran selección de métricas e indicadores que se deben controlar en un servidor.
No basta con mirar si el servidor está encendido o apagado. Cada parámetro ofrece una pista del estado real del sistema: desde la velocidad de respuesta de una aplicación, hasta la memoria que se agota poco a poco o los accesos sospechosos que pueden comprometer la seguridad.
La monitorización es como pasarle la ITV a un coche, pero de forma constante. Si se hace bien, se detectan los problemas antes de que afecten a los usuarios o a los proyectos que dependen de ese servidor. Y lo mejor: permite planificar el futuro, optimizar recursos y evitar gastos innecesarios.
A continuación señalamos cuáles son las métricas y los indicadores que se deben controlar.
En cuanto a las métricas de control, una de las más relevantes es la conocida como “métrica de sesión”, la cual está destinada a la supervisión del número de sesiones que se han llevado en el sistema en un determinado periodo de tiempo.
Del mismo modo hay que controlar las métricas de solicitud de servicio para supervisar el tiempo de procesamiento, el volumen de las solicitudes, el tiempo de respuesta y el estado operativo del propio servidor.
En relación a los indicadores a controlar en un servidor, se pueden dividir en cuatro grandes grupos, en función del ámbito a examinar en cuanto a rendimiento: sistemas, bases de datos, aplicación y red.
Entre los indicadores de rendimiento de sistemas, hay tres que merecen especial atención. Por un lado, la capacidad y el estado en el que se encuentran los discos de almacenamiento. Por otro lado, el estado de los interfaces de red para determinar si existe algún problema con los mismos. Y por último, el estado y el consumo de CPU por procesador.
Respecto a los indicadores de rendimiento de bases de datos, hay que examinar el uso que hace de la memoria global cada una de las bases de datos. También hay que controlar los accesos tanto de entrada como de salida a disco que han sido originados por las bases de datos.
Entre los indicadores de rendimiento de aplicación, el factor más relevante son los tiempos de respuesta de las diferentes apps. Además, hay que prestar atención a la memoria y CPU que consumen cada una de las aplicaciones.
Y, por último, en lo relativo a los indicadores de rendimiento de red, se debe examinar el ancho de banda para detectar cualquier posible anomalía en el funcionamiento de los sistemas. Del mismo modo, hay que examinar el tiempo de respuesta de una determinada conexión entre un punto de origen y de destino.
Métricas Clave
Miden la actividad y el volumen del servicio.
Indicadores de Rendimiento
Analizan la "salud" de los componentes de la infraestructura.
Las consecuencias de no controlar un servidor pueden ser nefastas para una compañía, tanto en términos económicos como de experiencia de los usuarios.
La consecuencia más directa caída del servidor, lo cual conlleva una interrupción del servicio. La caída de un servidor se puede explicar por una gran selección de factores, tanto internos como externos:
Son causas que mediante una correcta supervisión y control del servidor son en la mayoría de los casos, fácilmente subsanables. Las pérdidas en términos económicos pueden ser cuantiosas, de modo que resulta más asequible llevar un adecuado control del servidor.
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La administración de sistemas debe contar de manera obligatoria con herramientas de monitorización efectivas. Para los desarrolladores es esencial tener una visión de los parámetros y datos en tiempo real. De este modo resulta más sencillo detectar oportunidades y amenazas tanto en el corto como en el largo plazo.
A nivel interno, una buena monitorización permite evitar debilidades y solucionar cualquier tipo de problema antes de que se manifieste.
Gracias a la monitorización los desarrolladores son capaces de detectar cuál es el origen de cualquier incidencia que se produzca. Es por ello que las compañías optan por implantar diferentes herramientas de monitorización de sistemas, servidores, redes y aplicaciones.
Actualmente, el ámbito de la monitorización de sistemas se divide en dos grandes tendencias. Por un lado, aquellos desarrolladores y empresas que optan por utilizar dos o tres herramientas distintas para monitorizar toda la actividad. Eligen por tanto herramientas de monitorización generales que les permiten conocer el rendimiento de aplicaciones, servidores y sistemas.
Y por otro lado, aquellos que prefieren hacer uso de un amplio abanico de herramientas específicas, cada una de ellas dirigida a analizar un determinado parámetro.
En el entorno corporativo, es esencial que las compañías monitoricen de forma adecuada sus servidores, así como redes y aplicaciones. A continuación señalamos las principales herramientas de monitorización.
¿Alguna vez te has fijado más en si tu casa tiene WiFi que en si la puerta está cerrada? Con los servidores pasa algo parecido. Muchas veces se habla de velocidad, CPU o discos… pero ¿y la seguridad?
Conviene vigilar distintos parámetros para asegurarse de que el servidor no está en riesgo. Entre las métricas de seguridad más importantes que conviene medir están:
🛡️ Intentos de acceso fallidos: Detecta patrones de ataques de fuerza bruta.
🛡️ IPs y países inusuales: Identifica conexiones sospechosas desde geografías extrañas.
🛡️ Detección de malware: Revisa cambios inesperados en archivos críticos.
🛡️ Tráfico de red anómalo: Una señal clave para anticipar ataques DDoS.
🛡️ Actualizaciones pendientes: Un certificado SSL caducado es una puerta abierta.
Piensa en un servidor como una casa: puedes tener todas las luces encendidas y la nevera llena, pero si dejas una ventana abierta, los problemas entran solos. Monitorizar estas métricas es como revisar cada cierre antes de irte a dormir: un hábito que evita disgustos.
El procesador manda, sí. Los discos importan, claro. Pero la RAM es como la mesa en la que trabajas: si no tienes espacio libre, acabas apilando cosas en el suelo. Eso es la swap, y trabajar en el suelo nunca es cómodo.
Para no llegar a ese punto, conviene vigilar algunos valores clave:
Un servidor sin memoria suficiente empieza a volverse lento, las aplicaciones se cuelgan y la experiencia del usuario se resiente. Por eso merece la pena vigilar la RAM y la swap con lupa: son el “espacio de trabajo” real de tu servidor.
La RAM es la mesa donde tu servidor trabaja. La memoria SWAP es el suelo. Si la mesa se llena, empiezas a dejar cosas en el suelo, y todo se vuelve más lento y caótico. Para evitarlo, vigila:
Tener un buen ancho de banda está bien, pero no lo es todo. La latencia (el tiempo que tarda un dato en ir y volver) puede arruinar la experiencia aunque tengas “mucho internet”.
Piénsalo así: un servidor puede tener una autopista enorme (ancho de banda), pero si los coches tardan mucho en entrar y salir (latencia), la experiencia será mala igualmente.
Para comprobar si tu red “solo funciona” o realmente “funciona bien”, conviene medir:
Un ejemplo claro: en un streaming, medio segundo de retraso hace que el audio y el vídeo no vayan a la par. En un videojuego online, unos milisegundos más de jitter y tu personaje ya está en el suelo.
Controlar estas métricas es lo que marca la diferencia entre “funciona” y “funciona bien”.
Imagina dos bomberos. Uno espera a que la casa esté en llamas para actuar. El otro detecta humo antes de que empiece el fuego. ¿Con cuál te quedarías?
La monitorización reactiva se limita a avisar cuando ya hay un fallo: el servidor está caído, la web no responde, el servicio ya se ha interrumpido. Es útil, pero llega tarde.
La monitorización proactiva, en cambio, busca patrones y detecta anomalías antes de que los usuarios sufran el problema. Es como tener un radar que te avisa de que algo va mal aunque aún no haya estallado.
Algunas diferencias clave que conviene tener en cuenta:
Reactiva:
Proactiva:
En resumen, la monitorización reactiva te dice “el problema ya está aquí”, mientras que la proactiva te avisa “algo no pinta bien, revísalo ya”.
Enfoque | Cuándo actúa | Beneficio principal |
---|---|---|
🚨 Reactivo (El bombero) | Cuando el problema ya ha ocurrido (servidor caído, web lenta). | Responde a incidentes visibles. |
✅ Proactivo (El detector de humo) | Antes de que el problema impacte al usuario (CPU al 90%, RAM llenándose). | Previene caídas, ahorra costes y protege la reputación. |
Vale, ya tienes alertas configuradas. Pero si recibes 200 notificaciones al día, ¿las lees todas? Seguramente no.
Por eso es importante que las alertas sean inteligentes:
Así se evitan falsas alarmas y se gana en rapidez de reacción. Porque al final lo importante no es saber que algo falla… sino enterarte a tiempo de lo que de verdad importa.
1. Mide lo correcto: | CPU, RAM, red y seguridad. | ✅ Visibilidad |
2. Sé proactivo: | Detecta anomalías, no solo caídas. | ✅ Prevención |
3. Usa alertas inteligentes: | Notifica solo lo importante y por el canal adecuado. | ✅ Eficiencia |
Controlar un servidor no es solo cuestión de mirar si está encendido o apagado. Cada métrica y cada indicador cuentan una historia: desde la memoria que se llena poco a poco, hasta la red que empieza a dar señales de fatiga o los intentos de acceso sospechosos que aparecen en los registros.
La diferencia está en cómo se gestionan esos datos. Si solo reaccionamos cuando todo falla, llegamos tarde. En cambio, con una monitorización proactiva y bien configurada, podemos anticiparnos a los problemas, evitar pérdidas y garantizar una mejor experiencia a los usuarios.
En definitiva, la clave está en combinar seguridad, disponibilidad y rendimiento bajo un mismo objetivo: que tu infraestructura funcione de forma estable y sin sobresaltos. Un servidor vigilado es un servidor más fiable… y también un negocio más tranquilo.
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